El Gobierno Nacional Quiere Empujar un Plan Nuclear Neocolonialista

Por Rodolfo Kempf
Físico de la UBA, Coordinador de Transición Energética en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Industria (CNTI), investigador de la CNEA, especialista en Combustibles Nucleares y residuos radiactivos, miembro de la Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA y del Consejo Directivo Nacional de ATE, integrante de la Mesa Federal de La Corriente de Estatales René Salamanca (CCC).
El reciente anuncio del presidente Javier Milei sobre un plan nuclear ha desatado una serie de preocupaciones en sectores académicos, laborales y sociales. Este plan no es una mera propuesta técnica, sino un ambicioso proyecto que promueve la privatización de la energía nuclear en Argentina y que, claramente, tiene tintes neocolonialistas.
Privatización de la Energía Nuclear
El plan presentado por el gobierno tiene como objetivo privatizar el 49% de la empresa Nuclear Argentina S.A. (NASA), y ya ha habido reuniones con la empresa estadounidense Westinghouse para avanzar en este sentido. Esta acción no solo pone en riesgo nuestra soberanía energética, sino también el control sobre nuestros recursos y su explotación.
En Mendoza, se ha avanzado hacia la privatización de la producción de uranio, con ya nueve ofertas para operar la mina de Sierra Pintada, cerrada bajo el argumento de “motivos ambientales”. Sin embargo, resulta preocupante ver cómo se priorizan intereses económicos sobre el bienestar ambiental de la población.
La asociación entre el empresario Eduardo Eurnekian y mineras canadienses, mencionada en el Financial Times, muestra un claro objetivo: exportar nuestro uranio, dejando a Argentina con un ínfimo porcentaje de este recurso para su propio consumo.
Nuevas Centrales y Recursos
El gobierno se plantea ocupar los terrenos de las centrales Atucha I y II, en Lima, Buenos Aires, para la construcción de un reactor de uranio enriquecido conocido como ACR300. Este tipo de reactor, copiado de modelos extranjeros, -y en lugar de sumarse al desarrollo de un modelo que responda a las necesidades argentinas- desvía la atención de proyectos más alineados con nuestra historia nuclear.
Este desplazamiento del proyecto original, que contemplaba la construcción de la central Hualong-1 con financiación china, pone en riesgo no solo la inversión extranjera, sino que también deja en el olvido acuerdos anteriores que beneficiaban la producción argentina, como el acuerdo de 2014 entre Nucleoeléctrica Argentina y la China National Nuclear Corporation.
La central de uranio natural, como las que se han desarrollado históricamente en Argentina, resulta ser más resistente a los vaivenes del mercado internacional. Con un par de centrales operando con uranio natural, el país podría generar alrededor del 10% de su electricidad, garantizando un suministro estable y de calidad.
Efectos Sobre la Educación y los Recursos Humanos
El plan también implica la privatización de la Planta Industrial de Elementos Combustibles para Reactores (PIECRI), una de las exportaciones tecnológicas más relevantes del país. Asimismo, se busca privatizar IMPSA, empresa metalúrgica emblemática en la historia de la industria nuclear argentina.
La minimización del reactor RA-10 de Ezeiza, orientado a la producción de radioisótopos para la medicina, y el olvido de la Planta Industrial de Agua Pesada de Neuquén, cierran aún más las puertas a un desarrollo soberano y eficiente en el área nuclear. Este plan nos deja a la merced de grandes corporaciones internacionales dedicadas a la energía, poniendo en riesgo tanto nuestras instalaciones como el futuro de investigación y desarrollo.
La Lucha No Es Solo del Sector
Este no es un simple plan de privatización; es un ataque al corazón de nuestro sistema educativo y a la calidad de los recursos humanos en la industria nuclear. Es fundamental reconocer que esta lucha no solo debe ser librada por quienes están directamente involucrados, sino que debe ser apoyada por el conjunto del bloque popular.
La situación actual es un claro llamado a la acción. Debemos despojarnos de ilusiones y prepararnos para enfrentar un proyecto que puede transformar nuestra capacidad de desarrollo energético en una mera extensión del control de grandes corporaciones.
Este proceso de extranjerización, desarticulación y descalificación del sector nuclear argentino es real y requiere de una respuesta contundente por parte de la sociedad. La defensa de nuestra soberanía energética está en juego, y es tarea de todos involucrarse en esta lucha.
Por: Rodolfo Kempf
Físico de la UBA, Coordinador de Transición Energética en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Industria (CNTI), investigador de la CNEA, especialista en Combustibles Nucleares y residuos radiactivos. Miembro de la Comisión Ejecutiva Nacional de la CTA y del Consejo Directivo Nacional de ATE. Integrante de la Mesa Federal de La Corriente de Estatales René Salamanca (CCC).